Explora Bom Jesús do Monte, un santuario que ha sido lugar de peregrinación religiosa durante siglos. Para acceder a la iglesia y contemplar sus alrededores debes subir sus infinitas escaleras barrocas, que ascienden 116 metros en zigzag de la colina. Si lo prefieres, también puedes llegar en coche a lo alto de la colina o subirte a uno de los más antiguos funiculares de Portugal.
Si optas por subir las escaleras a pie, podrás descansar en alguno de sus muchos descansillos y admirar las estatuas, la decoración barroca y las fuentes que adornan la zona. Una de esas fuentes simboliza las heridas de Cristo, mientras que las otras cinco son una representación de los cinco sentidos. Eso sí, debes estar en forma para poder subir las escaleras, ya que son aproximadamente 600. Una vez que llegues a la cima, te maravillarán las vistas a la ciudad de Braga, así como a las playas de Esposende y Viana do Castelo.
El nombre Bom Jesús do Monte equivale a Buen Jesús del Monte y su construcción comenzó en 1722. El santuario se erigió sobre una capilla del siglo XIV y atrae a peregrinos que buscan disfrutar de una experiencia contemplativa y penitente.
Dedica unos minutos a estudiar la gran fachada de la iglesia principal y sus dos campanarios. A continuación, únete a una visita guiada por su interior. Contempla los murales que adornan el techo y la representación de la crucifixión de Jesús que adorna el altar mayor. Tras haber contemplado las numerosas obras de arte y disfrutado de varios momentos de reflexión, pasea por los coloridos jardines del santuario. Te encontrarás con grutas, estatuas y estanques.
Aprovecha tu viaje a Braga para acercarte al santuario de Bom Jesús do Monte, pues se encuentra a 5 kilómetros al sureste de la ciudad. Si vienes en coche, sal con bastante tiempo de antelación para circular por las carreteras. También hay un servicio de autobús desde Braga al santuario.
Si puedes, trata de planificar tu viaje a Braga para la época de Semana Santa, pues te permitirá ver una gran cantidad de peregrinos subiendo las escaleras hasta el santuario, algunos de ellos con las manos o de rodillas, a modo de penitencia.