No se trata de un chalet en una urbanización de playa, se trata de una casa de más de 200 años de historia, rehabilitada, situada a cinco kilómetros del mar, sobre un promontorio con dominio de vistas sobre el entorno natural del cauce del rio Gaià. No es tan cómoda como una casa moderna en una urbanización, (hay dos o tres peldaños entre cada dormitorio y su baño correspondiente, por ejemplo) pero lo suple con su carácter y diversidad de espacios interiores y exteriores. La planta baja tiene un gran comedor, un pequeño estar interior con hogar, y la cocina, muy funcional y perfectamente equipada, bajo una antigua chimenea. Se gravan en la memoria los desayunos por la mañana en el mirador natural sobre la Riera de Gaià, con el fondo visual del mar y la torre del castillo de Tamarit, y las infusiones de media tarde sentados en la puerta de la casa, a la sombra de los muros de piedra y arbolado, ocupando lo que sería la calle mayor, refrescada por suave brisa, calle definida por el grupo de tres o cuatro casa que constituyen Virgili. La casa es tal y como aparece en la web, y así mismo la piscina, situada descendiendo la ladera en un entorno ajardinado, con duchas y baño, cocina-barbacoa disponible, etc. Los propietarios, encantadores. Es una casa de campo, más que una casa de playa. Altamente recomendable. Muy fácil el acceso directo al casco urbano de Altafulla y sus playas.