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No hay nada que represente mejor a la Ciudad de la Luz que esta enorme celosía de hierro.

Si haces un viaje a París, no te pierdas este bonito puente de piedra blanca, el más antiguo de toda la ciudad.

Gracias a su merecida reputación como una de las ciudades más románticas y culturales del mundo, resulta fácil olvidar que también es una de las más caóticas y apasionantes.

Si haces un viaje a París, no te pierdas este bonito puente de piedra blanca, el más antiguo de toda la ciudad.

En tus vacaciones en París, no puede faltar el Distrito 7 para visitar la más famosa de sus atracciones: la emblemática Torre Eiffel.

Descubre un oasis verde con estatuas pintorescas, fuentes y hasta un huerto en pleno corazón del ajetreado Barrio Latino.

Disfruta de una comida excelente en el Paris of the Sky y aprovecha para ver la ciudad de la luz desde las alturas.

En tus vacaciones en París, no puede faltar el Distrito 7 para visitar la más famosa de sus atracciones: la emblemática Torre Eiffel.

Si haces un viaje a París, no te pierdas este bonito puente de piedra blanca, el más antiguo de toda la ciudad.

Un imponente monumento situado en el centro de una rotonda con mucha afluencia de vehículos; el arco se alza majestuosamente sobre la ciudad y ofrece una panorámica inigualable.

En tus vacaciones en París, no puede faltar el Distrito 7 para visitar la más famosa de sus atracciones: la emblemática Torre Eiffel.

La fantástica arquitectura y algunos de los mejores lugares de París para ir de compras te harán pasar fácilmente uno o dos días recorriendo esta famosa calle.

En claro contraste con las calles empedradas y sinuosas de París, sus edificios medievales y antiguos monumentos, el distrito financiero es descaradamente futurista.

Si haces un viaje a París, no te pierdas este bonito puente de piedra blanca, el más antiguo de toda la ciudad.

La fantástica arquitectura y algunos de los mejores lugares de París para ir de compras te harán pasar fácilmente uno o dos días recorriendo esta famosa calle.

Déjate sorprender por la entrada triunfal que encargó Napoleón para conmemorar su victoria en la batalla de Austerlitz en 1805, tan elaborada como artesana.