Qué hacer en Burdeos
“Tienes claro que te gusta el buen vino, mejor queso aún y disfrutar de una escapada emocionante, interesante y cultural. Entonces, tienes claro, también, que quieres viajar a Burdeos, capital de Nueva Aquitania.
Es cierto que los conceptos asociados al buen comer y beber y a ciudades cultas, bonitas y agradables se puede extender casi por todo el territorio francés, pero en Expedia queremos que te centres, durante un ratito, en Burdeos. Sabemos que vas a acabar rindiéndote a sus pies y queremos ver cómo ocurre.
Ideal para una escapada de fin de semana, el casco histórico de Burdeos forma parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO desde el año 2007. No se nos ocurre un lugar más atractivo por el que comenzar esta incursión por territorio bordelés.
Un paseo por este enorme conjunto urbano protegido servirá para darte cuenta de que estás en una ciudad única. Arte e historia se cruzan contigo, a tu paso, con sus edificios de los siglos XVIII y XIX, sus destacadas iglesias, como la Catedral de San Andrés, de estilo gótico y que forma parte de los Caminos de Santiago de Compostela de Francia.
En esa misma catedral fue donde se casaron Leonor de Aquitania y Enrique II, futuro rey de Inglaterra. Era pleno siglo XII y aquel enlace trajo consigo que Burdeos y toda la región de Aquitania pasaran a formar parte de territorio inglés. Y así fue durante tres siglos. De aquella época inglesa quedan los vestigios del Castillo de Haut y un curioso y casi imperceptible, pero siempre presente, aura british que no sé sabe muy bien cómo describirlo.
Dignas de visitar son, también sus preciosas plazas, como la del Parlamento; la Quinconces, que es, además, la más grande de Francia, o la de La Bolsa, tan fotografiada y bella como el famoso Espejo de Agua que en ella se encuentra y que atrae a miles de visitantes que buscan conseguir inmortalizar esa dualidad que se muestra ante nosotros con su juego de reflejos.
Burdeos se asienta junto al río Gascona, dándole, así, ese aspecto tan especial que suelen tener las ciudades fluviales. Sobre sus aguas se deslizan, elegantemente, los arcos del puente de piedra, una larguísima pasarela que fue construida en el año 1822 para unir las dos orillas de la ciudad.
Siendo como es una ciudad sin grandes monumentos, Burdeos se presenta como una villa cuyas calles están plagadas de preciosos edificios y encantadoras plazas, y que, en un día o dos, puede visitarse de sobra. Es entonces cuando uno puede abandonarse, con total tranquilidad a los placeres gastronómicos, dar rienda suelta a la gula y pasear por sus pastelerías, enotecas y bistrots.
Es tarea ardua hablar de la capital de la región vinícola más grande del mundo sin mencionar el vino, ya que, además de por lo evidente, uno de cada cinco habitantes de Burdeos vive, directa o indirectamente, de la producción que sale de sus viñas. Pero es que su mera existencia es uno de los grandes motivos para querer visitarla. Además, la ciudad cuenta con algo que podría compararse con un enorme parque de atracciones del vino: la Cité du Vin. Pero, tranquilo, porque, si te gusta beber buenos caldos y, simplemente, disfrutarlos sin tener que pensar en nada más, has de saber que durante tu visita, vayas donde vayas, te servirán un excelente vino. Con más de 30 denominaciones de origen, lo difícil será, en realidad, decidirse por uno.
¿Y qué pasa con el queso? Si decidirse por un vino ya es complicado, elegir qué quesos probar, entre la interminable lista de opciones, sí que debe de ser agotador. Para ayudarte, está la quesería Deruelle, cuyo dueño creará, a partir de tus gustos, esa tabla perfecta que te servirá para degustar este fantástico y casi adictivo manjar. Siempre con productos artesanales y de alta gama.
Como estuario del Garona, Burdeos es zona, también, de ostras. No olvidemos que, durante la época de la Revolución, su puerto comercial fue el más importante de todo el país galo. Y, sorprendentemente, a muy buen precio, por lo que, si eres de los que disfrutan con todo el ritual que se crea alrededor de este molusco bivalvo, no dudes en apuntar este plan gastronómico a tu lista. Para ello, puedes dirigirte hasta el Quai des Chartrons un domingo por la mañana, pues tiene lugar un encantador mercado de comida. Entre sus interesantes puestecillos, se encuentra uno de ostras en el que las sirven con pan y hasta con mantequilla salada. También el Marché des Capucins es un buen lugar para poder degustarlas. Este mercado es visualmente menos encantador, pero, por otro lado, lo encontrarás abierto cada mañana y no tendrás que esperar al domingo, en caso de que el antojo sea ineludible.
Hay vino, hay queso, hay ostras. No debe de faltar el postre y Burdeos huele a mantequilla y a dulces de todo tipo. Son olores que te asaltan, sin escrúpulos y te llevan, como a un zombie a ir en busca de sus típicos cannelés: unos bizcochitos con sabor avainillado y elaborados a base de azúcar, leche, harina, mantequilla, huevo y un poquito de ron. Podrás encontrarlos en pastelerías de toda la ciudad, como la famosa Baillardran, que cuenta con diversos locales por toda la urbe y en el aeropuerto. Como ves, ya te habíamos avisado de que la gula iba a formar parte de este viaje y de que no tenía ninguna intención de ocultarlo.
No lo dudes más y elige tu hotel en Burdeos para disfrutar de una escapada inolvidable.”
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