Quebec, pintoresca capital de la provincia canadiense homónima, permite conocer junto con los parajes naturales circundantes un pedacito de Francia en Norteamérica.
Los paisajes rezuman el efecto hipnótico de las montañas escarpadas que convergen con algunas de las dunas de arena más grandes de Norteamérica en una de las atracciones más visitadas en los viajes a Alamosa.