Desde hace más de mil años, el castillo de Masino domina la inmensa llanura del Canavese desde lo alto, frente a la evocadora barrera morrénica de la sierra de Ivrea, un paisaje intacto y aparentemente interminable. La situación estratégica del castillo hizo que fuera atacado con frecuencia, pero la noble dinastía Valperga -que, según la leyenda, desciende de Arduino de Ivrea, el primer rey de Italia- conservó su propiedad desde el principio, documentada ya en 1070. A lo largo de los siglos, la ilustre familia convirtió el castillo en una residencia aristocrática, y después en una elegante casa de vacaciones. Este glorioso pasado se relata en los propios salones, adornados con frescos y muebles ostentosos, y en los dormitorios utilizados por los embajadores visitantes, los apartamentos privados, los salones y las terrazas panorámicas. Todo ello conforma una refinada encarnación de la cultura de los siglos XVII y XVIII, que también se expresó en las salas dedicadas a la celebración del saber, como la valiosísima biblioteca, que alberga más de 25.000 volúmenes antiguos.
Fuera del castillo, hay un recinto monumental y romántico, con uno de los mayores laberintos de Italia, un majestuoso bulevar arbolado, grandes claros y rincones pintorescos que, en primavera, se inundan de hermosas flores. Un viaje a Masino es una experiencia siempre cambiante: desde visitas al castillo, recorriéndolo cada vez por rutas diferentes, hasta un día al aire libre para saborear la belleza del recinto, o la participación en cualquiera de los numerosos actos que se organizan a lo largo del año, incluyendo quizá un café en la cafetería panorámica. Masino es perfecto para los niños, que se divertirán mucho jugando con sus familias y amigos con todas las actividades que hemos diseñado para ellos.