La ciudad siempre ha sido un poco más liberal que la mayoría de Alemania, lo que ha permitido que florezcan el arte y la cultura y ha creado un ambiente de vitalidad. Saliendo del gran palacio de Karlsruhe, esta ciudad no tiene casco antiguo, y eso suele dejar perplejos a los huéspedes. Karlsruhe es una ciudad joven, fundada en 1715, y por tanto carente de una estructura urbana medieval tan vista en la mayoría de las ciudades alemanas. Esta ciudad es producto de la mente del margrave Karl-Wilhelm de Baden, con el palacio en su centro y 32 calles que irradian hacia el exterior. Esto la convirtió en una ciudad abierta, sin murallas y, por tanto, tolerante y liberal desde el principio. Incluso la ubicación del centro de la ciudad en una antigua fábrica de municiones puede considerarse un símbolo del ritmo siempre cambiante del tiempo.