Vistos desde el mar, los picos escarpados y los exuberantes paisajes de La Gomera te dicen que te espera algo especial. Como dice Arianne, una de nuestras expertas guías locales, “Garajonay es primigenio: tiene vegetación de hace millones de años, por eso puedes encontrar versiones descomunales de la flora, como dientes de león gigantes, enormes bocas de dragón arbustivas y plantas de laurel del doble de tamaño de las que verías en casa”.

Tras cruzar en ferry en asientos VIP -con bebidas incluidas-, subirás a bordo de un autobús de lujo con aire acondicionado. Pronto estarás subiendo desde el nivel del mar a través de barrancos. Hay una parada en la aldea de Chejelipes, donde puedes tomar algunas fotos junto a su embalse. A continuación, el pueblo del valle de Hermigua y Agulo, una aldea que mira hacia la costa norte. Es famoso por sus casitas y sus vistas de Tenerife. Pero las callejuelas empedradas que rodean su iglesia parroquial de tejado blanco y estilo griego personifican el romanticismo de la La Gomera rural.

Pero lo mejor está aún por llegar. Ascenderás hasta el borde de Garajonay, de aspecto jurásico y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, a menudo envuelto en una brumosa lluvia horizontal, en dirección al centro de visitantes. Conoce la botánica y la historia del parque, así como su programa de protección medioambiental. Además, visitarás un museo etnográfico, donde podrás probar algunas delicias locales. En un restaurante familiar, saborearás un almuerzo típico gomero elaborado con ingredientes de origen local. Luego serpentea por bosques de laurisilva hasta el Bosque de Laguna Grande. Y si el tiempo lo permite, podrás pasear por la capital de la isla, San Sebastián.